¿CÓMO SERÁ EL CIELO Y EL NUEVO CUERPO QUE TENDREMOS?
Leyendo el libro “The Weight of Glory” (El Peso de Gloria) de C. S. Lewis mi corazón reflexionaba en lo grandioso que será el cielo, y en el increíble futuro que nos espera a quienes hemos puesto la fe en Jesús, el Hijo Unigénito de Dios.
Partiendo de lo que leía aprovecho las siguientes analogías, que creo nos pueden ayudar a entender un poquitito por qué la mente humana no puede tener la mínima idea de lo glorioso y maravilloso que será el futuro que nos espera:
1. Si alguien dibuja un objeto, digamos un cubo, una caja, en un papel, tendrá que usar perspectiva. Y es que para representar un objeto que existe en un mundo de tres dimensiones (x, y, z), en un plano de dos dimensiones (x, y), es necesario simbolizar de alguna manera la tercera dimensión.
2. En el caso que uno dibuje un cubo, un objeto en que todas sus esquinas están formadas por planos que intersectan con ángulos de 90 grados, parte del dibujo mostrará la cara frontal y la anterior del cubo formadas por líneas intersectando con ángulos de 90 grados, pero las otras caras estarán dibujadas con ángulos menores y mayores para mostrar perspectiva.
3. La persona que existe en un mundo tridimensional, podrá entender el objeto representado en un plano de dos dimensiones. Pero una criatura inteligente cuyo mundo sólo consiste de dos dimensiones, no podrá entender el dibujo ni imaginarse el objeto tridimensional.
4. De la misma manera, el hombre natural no puede imaginarse el cielo, ni el cuerpo que tendremos, a menos que seamos expuestos a dichas realidades tan superiores a nuestro mundo natural limitado y afectado por la corrupción y el pecado.
5. Es como el caso imaginario de la madre que da a luz en una prisión con sus paredes todas pintadas de blanco, sin ventanas, una celda que sólo tiene un pequeño agujero en el techo. Un hijo que le nazca y crezca en la prisión, no podrá tener la mínima idea de lo que es un bosque tropical y sus hermosas aves con coloridos plumajes y animales, o una gloriosa puesta de Sol. La mamá, si tiene un lápiz, podrá dibujar el bosque o la puesta de Sol en la pared, pero será muy difícil que su hijo comprenda la gloria de lo representado en la pared.La mente humana no puede tener la mínima idea de lo que será el cielo y el cuerpo glorioso que nos espera, pero Dios nos ha dado su Espíritu Santo para poder creer, y tener una esperanza firme en su promesa.
Pablo escribió en I Corintios 2:9-14: “Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han entrado al corazón del hombre, son las cosas que Dios ha preparado para los que le aman.
Pero Dios nos las reveló por medio del Espíritu… Y nosotros hemos recibido, no el espíritu del mundo, sino el Espíritu que viene de Dios, para que conozcamos lo que Dios nos ha dado gratuitamente…”
Lo mejor que este mundo pueda ofrecer es sólo una sombra muy tenue y lejana de la gloria, esplendor, majestad y grandiosidad de la morada que tendremos los hijos de Dios. El universo que nos espera es cosa de ¡otro mundo!, ¡otra dimensión muy superior!
Los saduceos en el tiempo de Jesús, una secta judía que no creía en la resurrección, quisieron avergonzar a Jesús preguntando qué haría Dios con la persona que enviuda varias veces y se vuelven a casar, ¿con cuál de sus cónyuges estaría casados en la resurrección? Los saduceos pensaban que habían atrapado a Jesús mostrando que la resurrección era algo absurdo. Jesús les contestó: “Estáis equivocados por no comprender las Escrituras ni el poder de Dios. Porque en la resurrección, ni se casan ni son dados en matrimonio, sino que son como los ángeles de Dios en el cielo.” Mate 22:29-30
Para aquellos que se sienten desanimados y no quieren ir al cielo porque no hay sexo en el cielo, les tengo buenas noticias: Es cierto que no existirá sexo en el cielo. Pero todo deseo de intimidad que el ser humano busca satisfacer hoy en día, toda posibilidad de experimentar dicho deseo satisfecho con nuestro cuerpo actual diseñado para este mundo y tiempo, no se compara con la plenitud que experimentaremos en Cristo, para quien hemos sido creados. El ser humano en este mundo temporal tendrá un cónyuge temporal, pero nosotros hemos sido creados para la eternidad, para estar unidos eternamente a Jesús.
Pablo en su carta a los Colosenses nos revela que en Jesús “fueron creadas todas las cosas, tanto en los cielos como en la tierra, visibles e invisibles; ya sean tronos o dominios o poderes o autoridades; todo ha sido creado por medio de Él y para Él.” Colosenses 1:16.
Hemos sido creados, pues, para Jesús, y nuestra mayor plenitud será experimentada únicamente hasta cuando seamos reunidos a Aquel para quien hemos sido planeados, diseñados y creados.
La Biblia dice que los que hemos abrazado a Jesús como Señor y Salvador de nuestras vidas, somos como una novia que espera ansiosamente a su novio. En el día de la boda habrá gran fiesta y celebración. Habrá gozo, alegría, y un banquete de proporciones ¡cósmicas!
En Apocalipsis 19:6-8 el apóstol Juan profetiza el evento: “Y oí como la voz de una gran multitud, como el estruendo de muchas aguas y como el sonido de fuertes truenos, que decía: ¡Aleluya! Porque el Señor nuestro Dios Todopoderoso reina. Regocijémonos y alegrémonos, y démosle a Él la gloria, porque las bodas del Cordero han llegado y su esposa se ha preparado.
Y a ella le fue concedido vestirse de lino fino, resplandeciente y limpio, porque las acciones justas de los santos son el lino fino.”
La iglesia viviente, los seguidores verdaderos de Jesús, fieles a su Palabra, hemos lavado nuestros corazones con la sangre de Jesús; y esperando su venida nos hemos separado del lodo del pecado para vivir para Él.
¿Tienes seguridad de que participarás en las bodas del Cordero sin Mancha, de Jesús? Recibe a Jesús este día. No esperes más, ¡no te quedes afuera! Afuera habrá ¡llanto y crujir de dientes!
© 2016 Jaime Simán. Las Escrituras Bíblicas fueron citadas de La Biblia de Las Américas. ©1986, 1995, 1997 by The Lockman Foundation. Usadas con permiso.