Por Pastor Jaime Siman
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PRÓLOGO
LA VERDAD EN POCAS PALABRAS
SEAMOS ASTUTOS
MUCHOS FALSOS PROFETAS
LA CLAVE PARA NO DEJARNOS ENGAÑAR
POR EL ESPÍRITU DE DIOS
HIJOS DE LA ORGANIZACIÓN
DIOS SE HIZO HOMBRE
EL CREADOR DEL UNIVERSO
SÓLO LA RECIBEN LOS HUMILDES
DIGNO DE ADORACIÓN
NO A LOS ÁNGELES
EL DIOS VERDADERO
CARACTERÍSTICAS DIVINAS DE JESÚS
LA MANIFESTACIÓN VISIBLE DE DIOS
PROCLAMACIÓN NECESARIA PARA COMUNIÓN
PIEDRA DE TROPIEZO
MÁS DECLARACIONES GRANDIOSAS SOBRE JESÚS
¡VEN SEÑOR JESÚS!
INVITACIÓN
TESTIGOS DE JESÚS
Dedicado a:
Mi Señor, Jesús.
Y a todos aquellos que al leer este folleto reciban
la libertad y el gozo de conocer al Hijo de Dios.
“Y vosotros,
¿quién decís que soy yo?”
Mateo 16:15
Sabemos que el Mesías nació en Belén, pero ¿es ése su verdadero origen? ¿De dónde vino? Y ¿desde cuándo existe?
¿Quién era Jesús de Nazaret? ¿Era el carpintero de Galilea un gran profeta, nada más? O ¿era un ángel creado por Dios?
¿Qué ha escuchado al respecto? Y más importante ¿qué piensa usted? ¿Está seguro de lo que cree?
El propósito de este folleto es ofrecer luz sobre la persona y naturaleza del Mesías. Es mi oración que usted quiera conocer más a Jesús. Conocer a Jesús es conocer vida, gozo y paz.
A quien se encuentra confundido en medio de opiniones varias, le traigo una palabra de ánimo: “Buscad y hallaréis”. Es una promesa ¡una promesa de Dios! Pero se aplica a quienes tienen sed de la verdad, una sed grande, capaz de moverlos a buscar. Esta promesa es para quienes tienen un respeto santo, un temor de Dios más que de los hombres; pues “El temor de Jehová es el principio de la sabiduría; los necios desprecian la sabiduría y la instrucción” Proverbios 1:7.
Le invito pues a que abra su corazón a lo que Dios Padre quiere revelarle sobre su Hijo Jesucristo. A la vez elevo mis oraciones al Todo Poderoso, para que este folleto le ayude a reflexionar en las Sagradas Escrituras, y para que pueda descubrir lo que ellas dicen del Mesías.
Es mi esperanza que usted será iluminado por el Espíritu de Dios al leer este folleto, de manera de llegar a conocer más, no al Jesús limitado por entendimiento humano, sino al Jesús revelado por la palabra de Dios. Es en ella donde encontramos luz.
Comencemos nuestra caminata por las Escrituras declarando como el salmista: “Lámpara es a mis pies tu palabra, y luz para mi camino.” Salmo 119:105. ¿Está listo para la breve pero hermosa jornada? ¡Empecemos!
No tiene sentido ir en círculos para llegar a la verdad. Empecemos directamente, no por las orillas, mas por la verdad misma; sin titubeos, ni excusas, ni disculpas:
Aquel que murió en la cruz del Calvario hace dos mil años, era más que un gran profeta de entre los que habían caminado por Jerusalén en días pasados, era más que el ángel poderoso enviado a María.
Sí, era un gran profeta y era enviado desde el cielo por el Padre Celestial; pero era mucho más, era el Dios Poderoso de la Eternidad.
Esta es una verdad espiritual muy importante y fundamental, que podremos confirmar en las páginas siguientes. Si esta revelación bíblica choca con lo que ha oído, le invito a que le pida a Dios entendimiento. Él no lo abandonará. Su compromiso es con Dios.
Quisiera sin embargo, compartir primero algunas palabras de precaución que nos ofrece la Biblia. Ignorarlas sería un gran error, y el costo eterno muy alto.
El apóstol Pablo escribió en 2 Corintios 11:14 “Satanás se disfraza como ángel de luz.” Lucifer no se nos aparece como lo pintan cómicamente, con cachos y cola. Frecuentemente se nos aparece como un ángel de luz, como un enviado que trae luz espiritual para nuestras vidas. Él usa muchas veces personas religiosas, corteses y amables; pero que están enredadas en doctrinas erróneas que niegan al mismo Señor Jesucristo.
La deidad de Cristo, el que Cristo es Dios, es una revelación atacada por algunos grupos religiosos de nuestros tiempos. Ellos aparentan respetar y honrar grandemente a Jesucristo, y dicen varias cosas ciertas de Él, pero sus enseñanzas sólo contienen la verdad a medias.
Y una “verdad a medias” es una “mentira”. Desgraciadamente esta mentira le costará la vida eterna a muchas almas, tal como dice la Escritura: “si alguno quita de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del árbol de la vida y de la ciudad santa descritos en este libro.” Apocalipsis 22:19.
En el evangelio de Mateo 10:16 leemos que nuestro Señor Jesucristo instó a los discípulos a ser “astutos como las serpientes e inocentes como las palomas.” Con respecto al pecado debemos ser inocentes, como una palomita, sin pensamientos sucios, libres de un corazón arrogante, agresivo y vengativo; pero ante las trampas de Satanás debemos ser muy astutos, astutos como una serpiente…para no caer en sus garras.
Seamos pues inocentes con respecto al pecado. Y ante la batalla espiritual que nos rodea, ante las estrategias y engaños que usa el enemigo de nuestras almas… ¡seamos muy astutos!
Juan escribió en su primera carta “Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus para ver si son de Dios, porque muchos falsos profetas han salido al mundo.” 1 Juan 4:1.
El discípulo amado nos dice que tengamos discernimiento espiritual. No creamos ciegamente a toda persona que toca a la puerta de nuestra casa, sólo porque viene bien vestida y enseñando de Dios y su reino.
En el evangelio de Mateo 7:15 el Señor Jesucristo nos advierte “de los falsos profetas, que vienen …con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces.”
Muchos son los que han salido, que están engañados y van engañando. ¡Muchos! Así lo dice Juan, “muchos falsos profetas han salido al mundo”.
LA CLAVE PARA NO DEJARNOS ENGAÑAR
Sí, debemos tener cuidado, debemos usar discernimiento; pero no necesitamos vivir atemorizados como si fuéramos huérfanos, como si todo dependiera de nosotros para no caer en el engaño.
Dios no nos ha abandonado a la merced de los falsos profetas. Él nos ha dado todo lo que necesitamos para no caer en la trampa del enemigo: Nos ha enviado su Palabra para guiarnos, y al Espíritu Santo para entenderla.
Tal vez dice usted “Tengo una Biblia pero ¿cómo puedo recibir al Espíritu Santo para que me ayude a entenderla?”
Lo primero que una persona necesita hacer para recibir al Espíritu Santo es arrepentirse de sus pecados, aceptando el sacrificio de Jesús en la cruz como pago suficiente por sus faltas.
El arrepentimiento, el decidir cambiar de dirección en su vida, es algo muy necesario. Pero también debe poner su fe en Jesús, en lo que Él hizo en la cruz por nosotros, recibiéndolo como el nuevo director de su vida.
Debe recibirlo no sólo como su Salvador, mas también como su Señor. Es en ese momento que ocurre el milagro. En ese momento Dios rompe las cadenas del poder que han tenido las fuerzas de la oscuridad sobre su vida, y lo libera transportándolo al Reino de Luz, al Reino de Dios.
Al invitar a Jesús en su vida usted experimentará un nacimiento espiritual. Un nuevo nacimiento por el poder del Espíritu Santo, por fe, no visiblemente sino espiritualmente. Y en ese instante, el Espíritu de Dios, quien le da la nueva vida espiritual, entrará a residir en su persona para acompañarle, fortalecerle, consolarle y guiarle a toda verdad.
El Espíritu Santo es pues el agente que Dios usa para abrir la mente de los creyentes, para que podamos entender las verdades espirituales contenidas en la Biblia. Él es la clave: ¡El Espíritu Santo! Él es la clave para recibir luz y no tropezar con las falsas y engañosas doctrinas de Satanás
No podemos exagerar la necesidad que tenemos del Espíritu para aceptar la divinidad de Jesús. Y es que la deidad de Cristo es una realidad espiritual. La Biblia nos enseña que sin el Espíritu de Dios no podemos aceptarla: “…el hombre natural no acepta las cosas del Espíritu de Dios, porque para él son necedad; y no las puede entender, porque se disciernen espiritualmente.” 1 Corintios 2:14.
No se sorprenda pues de que haya personas que rechacen la enseñanza de que Cristo es Dios, considerándola una necedad. Ellos no entienden pues tratan de entenderlo con el poder de su mente natural.
Tampoco tropiece al encontrar entre los que rechazan la deidad de Jesús a personas muy religiosas y estudiosas. Recuerde que la clave para entender no es la tradición religiosa, o la luz y esfuerzo natural del hombre, sino la luz del Espíritu Santo. No importa qué tan religiosa sea una persona, o qué tan grande sea su dedicación intelectual: O se tiene al Espíritu o no se tiene luz espiritual.
Tenga cuidado pues de no dejarse impresionar por el hombre, cerrando los oídos a la voz del Espíritu. Muchas son las personas engañadas por temor, o por buscar la aprobación de los hombres. El temor y la honra de los hombres son una gran trampa. “Así dice Jehová: Maldito el hombre que en el hombre confía, y hace de la carne su fortaleza, y de Jehová se aparta su corazón.” Jeremías 17:5.
Tenga cuidado también de los guías ciegos. Son muchos los que, estando ellos mismos en oscuridad espiritual, van guiando a otras almas por camino equivocado. Vea Proverbios 14:12.
Muchos guías religiosos, aunque llevan una Biblia en sus manos, yerran al tener por intérprete y autoridad máxima de las Escrituras a su grupo religioso, y no al Espíritu Santo. Ellos, teniendo más respeto de la organización religiosa que de Dios, se han convertido en hijos de la organización.
Algunos han llegado a tal extremo y confusión, de bautizar a sus miembros en el nombre del “Padre, del Hijo y de la organización”; a pesar de que Jesús ordenó que sus discípulos fueran bautizados en el Nombre del “Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”. Ellos han reemplazado al Espíritu Santo por la organización. Al hacerlo se han quedado en oscuridad espiritual.
Distorsionar la doctrina sana de Dios tiene un costo muy alto. El apóstol Pedro escribió: “Considerad la paciencia de nuestro Señor como salvación, tal como os escribió también nuestro amado hermano Pablo, según la sabiduría que le fue dada.
Así mismo en todas sus cartas habla en ellas de esto; en las cuales hay algunas cosas difíciles de entender, que los ignorantes e inestables tuercen - como también tuercen el resto de las Escrituras - para su propia perdición.” 2 Pedro 3:15-16.
Confío que usted ha puesto su fe y temor en Cristo y su Palabra; recibiendo y honrando al Espíritu de Dios por encima del espíritu de los hombres. Con esa ayuda sobrenatural, la del Espíritu de Dios, leamos a continuación algunos pasajes más de la Biblia, recibiendo lo que ellos revelan tocante a la naturaleza de Jesucristo.
En el Nuevo Testamento, en el libro de Hechos 20:28 leemos:
“Tened cuidado de vosotros y de toda la grey, en medio de la cual el Espíritu Santo os ha hecho obispos para pastorear la iglesia de Dios, la cual Él compró con su propia sangre.”
El apóstol Pablo hablando con los ancianos de la iglesia de Éfeso los instó a que cuidaran de la grey encomendada a ellos, la iglesia que Dios “compró con su propia sangre”.
Note que las palabras inspiradas de Pablo mencionan que Dios mismo redimió a los creyentes que forman la iglesia del Dios vivo, comprándolos con su propia sangre.
Dios no puede haber tenido sangre propia, a menos que se haya hecho hombre. Y esto precisamente, el gran misterio de que Dios se hizo hombre, fue lo que Juan proclamó en su evangelio:
“En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios. Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros, y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.” Juan 1:1,14.
En el Antiguo Testamento, en el libro del profeta Zacarías, leemos también que quien derramaría su sangre, quien sería crucificado, sería nadie menos que el Dios de gloria encarnado. En Zacarías 12:1,10 Jehová se refiere a sí mismo cuando habla de Jesús:
“Profecía, palabra de Jehová acerca de Israel. Jehová que extiende los cielos, pone los cimientos de la tierra y forma el espíritu del hombre dentro de él, declara: … derramaré sobre la casa de David y sobre los habitantes de Jerusalén, el Espíritu de gracia y de súplica, y me mirarán a mí, a quien han traspasado. Y se lamentarán por Él, como quien se lamenta por un hijo único, y llorarán por Él, como se llora por un primogénito.”
Notemos pues que Zacarías dice que Jehová declara que los habitantes de Judá al fin de los tiempos lo mirarán a Él, a Jehová “a quien han traspasado. Y se lamentarán por Él, como quien se lamenta por un hijo único, y llorarán por Él, como se llora por un primogénito”
Este Jesús es nadie menos que Jehová, el Dios que se reveló a Moisés en el Monte Sinaí con el nombre de “Yo Soy”.
En el libro de Éxodo 3:14 “… dijo Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y añadió: Así dirás a los hijos de Israel: "YO SOY me ha enviado a vosotros."”
Jesucristo, al igual que Jehová, declaró también ser el “YO SOY”. Cuando los judíos le oyeron se encolerizaron y trataron de matarlo. En el evangelio de Juan leemos de este encuentro, y del intercambio que hubo entre Jesús y los judíos. Pongamos atención particularmente a las palabras encontradas en Juan 8:56-59.
Jesús les dijo: “Vuestro padre Abraham se regocijó esperando ver mi día; y lo vio y se alegró. Por esto los judíos le dijeron: Aún no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham? Jesús les dijo: En verdad, en verdad os digo: antes que Abraham naciera, yo soy. Entonces tomaron piedras para tirárselas, pero Jesús se ocultó y salió del templo.”
Notemos que Jesús no dijo “antes que Abraham naciera yo fui creado”. No, Jesús reveló ser “el siempre existente”, no “el que fue”, ni “el que será”, sino “el que siempre es”, “el que siempre existe”, “el que no cambia”, “el Yo Soy” de la eternidad. Tal como leemos en la epístola a los Hebreos 13:8 “Jesucristo es el mismo ayer y hoy y por los siglos”.
Esta verdad no está escondida en unos pocos versículos de las Escrituras, está proclamada en toda la Biblia, en innumerables pasajes del Antiguo y Nuevo Testamento. No hay lugar a duda pues quién es el Señor a quien servimos, el Señor que dio su vida por nosotros.
La Biblia nos revela que Jesús junto con el Padre y el Espíritu Santo es el Creador del Universo. En Juan 1:3 leemos que Jesús creó todo lo que existe. La Escritura dice que: “Todas las cosas fueron hechas por medio de Él, y sin Él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.”
No sólo Juan escribió sobre esta verdad, el apóstol Pablo escribió en Colosenses 1:16-17: “…en Él fueron creadas todas las cosas, tanto en los cielos como en la tierra, visibles e invisibles; ya sean tronos o dominios o poderes o autoridades; todo ha sido creado por medio de Él y para Él. Y Él es antes de todas las cosas, y en Él todas las cosas permanecen.”
Todas las cosas, ya sean visibles o invisibles fueron creadas por Jesús, quien existe antes de todas las cosas.
“Todas las cosas fueron hechas por medio de ÉL, y sin ÉL nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.”
Juan 1:3
Notemos que no dice que Jesús fue creado antes de todas las cosas. No, Él es, ya existía, antes de que empezara la creación. Y Él fue quien creó todas las cosas. Y todas las cosas fueron creadas para Él. Amigos, estas Escrituras hablan poderosamente de la naturaleza y posición gloriosa y divina de Jesús.
En la epístola de Pablo a los Filipenses 2:5-11 leemos: “Haya, pues, en vosotros esta actitud que hubo también en Cristo Jesús,
el cual, aunque existía en forma de Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse,
sino que se despojó a sí mismo tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres.
Y hallándose en forma de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.
“Haya, pues, en vosotros esta actitud que hubo también en Cristo Jesús”
Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le confirió el nombre que es sobre todo nombre, para que al nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en el cielo, y en la tierra, y debajo de la tierra, y toda lengua confiese que Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.”
Examinemos cuidadosamente el pasaje que acabamos de leer:
- Primero, notemos que el pasaje enseña que Jesús antes de nacer en Belén, en la tierra de Palestina, ya existía; y era igual a Dios. Leámoslo de nuevo: “Haya, pues, en vosotros esta actitud que hubo también en Cristo Jesús, el cual, aunque existía en forma de Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse.”
Jesús existía en la forma de Dios, siendo igual a Dios, compartiendo la misma naturaleza divina, propia y única de Dios, superior a la naturaleza de los hombres y de los ángeles. - Segundo, vemos que Jesucristo dejó temporalmente su gloria y poder divino, para tomar un cuerpo humano. Jesucristo tomó ese cuerpo humano pues era la única manera de proveer un sacrificio puro, aceptable, capaz de pagar por nuestros pecados.
- Tercero, comprendamos que en este pasaje las Escrituras nos exhortan a tener una actitud humilde. Leamos de nuevo: “Haya, pues, en vosotros esta actitud que hubo también en Cristo Jesús, el cual, aunque existía en forma de Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse, sino que se despojó a sí mismo tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres.
Y hallándose en forma de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.”
Jesús mostró humildad. Así nosotros también debemos mostrar humildad. Una manera de hacerlo es aceptando aun las verdades que nuestras mentes no pueden comprender.
No nos escandalicemos ante revelaciones espirituales difíciles de comprender: ¡Nuestras mentes son limitadas! Una cosa sí podemos hacer, las podemos aceptar y recibir por fe. Eso sí tiene sentido, pues las Escrituras son más excelentes y grandiosas que nuestras mentes finitas, contaminadas por el pecado.
Dichas revelaciones, aunque no las podamos comprender, son un gran tesoro para el cristiano. Es algo así como quien sin entender el funcionar de un avión, se monta en uno para visitar a sus seres amados en tierra lejana, recibiendo mucha alegría y bendición.
El hombre y la mujer que sólo aceptan las verdades que sus cabezas pueden entender, rechazando toda enseñanza de la Biblia que no pueden comprender, han puesto sus cerebros por encima de Dios y su Palabra. Esa es una posición equivocada y arrogante. - Finalmente, notemos en el pasaje anterior que Cristo es digno de recibir, y recibirá la honra que le corresponde a Dios.
Unos adoramos a Jesús desde ahora, otros que no se atreven o rehusan hacerlo, un día futuro doblarán también sus rodillas ante Él…pero lamentablemente será muy tarde para sus almas.
Leámoslo de nuevo: “Dios…le exaltó hasta lo sumo, y le confirió el nombre que es sobre todo nombre,
para que al nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en el cielo, y en la tierra, y debajo de la tierra,
y toda lengua confiese que Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.”
En los evangelios encontramos el pasaje donde Jesús, después de ayunar cuarenta días y cuarenta noches en el desierto, es tentado por Satanás. En Mateo 4:8-11 leemos que “…el diablo le llevó a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le dijo: Todo esto te daré, si postrándote me adoras. Entonces Jesús le dijo: ¡Vete, Satanás! Porque escrito está: “Al Señor tu Dios adorarás, y sólo a Él servirás.””
Jesús rechazó el ataque de Satanás con la verdad encontrada en el Antiguo Testamento, de que sólo Dios es digno de adoración. La palabra usada en griego, el idioma original en que fue escrito el Nuevo Testamento, es “proskuneo”, que se traduce “adorar”.
Esa es la misma palabra usada por Mateo al contarnos que los apóstoles adoraron a Jesús, cuando Él se subió a la barca y calmó la tormenta en el Mar de Galilea. En Mateo 14:24-33 encontramos la narración:
“ … la barca estaba ya a muchos estadios de tierra, y era azotada por las olas, porque el viento era contrario.
Y a la cuarta vigilia de la noche, Jesús vino a ellos andando sobre el mar. Y los discípulos, viéndole andar sobre el mar, se turbaron, y decían: ¡Es un fantasma! Y de miedo, se pusieron a gritar. Pero enseguida Jesús les habló, diciendo: Tened ánimo, soy yo; no temáis.
Respondiéndole Pedro, dijo: Señor, si eres tú, mándame que vaya a ti sobre las aguas. Y Él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, caminó sobre las aguas, y fue hacia Jesús. Pero viendo la fuerza del viento tuvo miedo, y empezando a hundirse gritó, diciendo: ¡Señor, sálvame! Y al instante Jesús, extendiendo la mano, lo sostuvo y le dijo: Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?
Cuando ellos subieron a la barca, el viento se calmó. Entonces los que estaban en la barca le adoraron, diciendo: En verdad eres Hijo de Dios.”
La Biblia dice que los discípulos le adoraron. La palabra usada en el texto original en griego es “proskuneo”, la misma palabra usada por Jesús en el encuentro con Satanás en el desierto, donde citaba la Escritura de que sólo Dios es digno de adoración.
Cuando el apóstol Juan estaba en la isla de Patmos, se postró para adorar ante un ángel que le revelaba grandes cosas. Pero Juan mismo escribió que el ángel le corrigió inmediatamente, diciendo que sólo adorara a Dios.
De nuevo, la palabra usada y traducida al español como “adorar” en griego es “proskuneo”. El pasaje lo encontramos en Apocalipsis 22:8-9. “Yo, Juan…me postré para adorar a los pies del ángel que me mostró estas cosas. Y me dijo: No hagas eso; yo soy consiervo tuyo, y de tus hermanos los profetas, y de los que guardan las palabras de este libro. Adora a Dios.”
El ángel no es digno de adoración porque no es Dios, y por eso corrigió a Juan.
Sin embargo, Jesús después de su resurrección, no reprendió a Tomás cuando éste cayó a sus pies y le adoró. Jesús no corrigió a Tomás, al contrario, afirmó su actitud y elogió a aquellos que sin ver creen. El pasaje lo encontramos en Juan 20:24 y versículos siguientes. Leamos:
“Ocho días después, sus discípulos estaban otra vez dentro, y Tomás con ellos. Y estando las puertas cerradas, Jesús vino y se puso en medio de ellos, y dijo: Paz a vosotros. Luego dijo a
Tomás: Acerca aquí tu dedo, y mira mis manos; extiende aquí tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.
Respondió Tomás y le dijo: ¡Señor mío y Dios mío!
Jesús le dijo: ¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que no vieron, y sin embargo creyeron.”
Tomás vio y creyó en Jesús, en su naturaleza divina, y cayendo a sus pies le adoró como su Dios y su Señor. ¿Y tú? ¿Tienes libertad de adorar a Jesús como tu Señor y tu Dios?
En el primer versículo del evangelio de Juan leemos que: “En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios”.
Cierta secta que ha cambiado muchas palabras claves en la Biblia que ha traducido, distorsiona este versículo escribiendo que el Verbo era “un dios”. Fijémonos que en lugar de escribir que el Verbo era “Dios” dice que era “un dios”,escribiendo “dios” con letras minúsculas.
Ese grupo religioso ha traducido dicho versículo de una manera contraria a todas las traducciones bíblicas del cristianismo, y contraria a lo que entienden los expertos del idioma griego. Ellos lo hacen así pues niegan que Jesús sea el Dios de la Eternidad.
Pero un momento, el hombre es quien debe forjar sus doctrinas sobre la base de lo que la Biblia declara, y no traducir la Biblia sobre la base de sus creencias preconcebidas.
Las doctrinas y tradiciones de hombres no son las que deben dictar el significado de un pasaje de la Biblia. La Biblia habla por sí sola. En Marcos 7:13 leemos que Jesús reprendió a los judíos que invalidaban “la palabra de Dios” por favorecer “sus tradiciones”.
La secta que dice que Jesús era “un dios” en lugar de escribir que era “Dios”, se mete en un serio problema. Si sólo hay un Dios verdadero y muchos dioses falsos, lo cual es cierto; entonces ¿qué dios es Jesús?
Si ellos no pueden reconocer que Jesús es el Dios verdadero, entonces no les queda más que asumir que Jesús es un dios falso. No se atreven a declararlo, pero esa es la conclusión a la que su tradición conduce, una enseñanza falsa y oscura que lleva a la condenación eterna de quienes la abrazan.
¿Usted qué piensa? ¿Quién es Jesús?
La respuesta es sencilla, no tiene que adivinar, sólo tiene que aceptar la revelación de las Escrituras. Ahí encontramos luz y libertad, descanso, gozo y paz. Eso es también sabiduría: El confiar su salvación en la revelación eterna de Dios.
CARACTERÍSTICAS DIVINAS DE JESÚS
El número de pasajes que revelan la deidad de Jesucristo es enorme, tantos que su presentación y discusión no cabrían en este tratado. Permítame sin embargo, añadir la luz de pasajes adicionales que confirman la indiscutible verdad.
Como dijimos antes, esta enseñanza es una verdad fundamental del cristianismo, claramente presentada en las Escrituras en innumerables lugares. Quienes distorsionan esta verdad, no pueden ser guías confiables del resto de las Sagradas Escrituras.
En la epístola a los Efesios 3:17, leemos que Pablo ora para que Cristo more por la fe en los corazones de los cristianos. En Mateo 28:20 Jesús promete a sus discípulos estar con ellos “todos los días, hasta el fin del mundo”. ¿Pero cómo puede Jesús morar en cada corazón si no es Dios? Sólo Dios puede morar en cada corazón, en millones de corazones a la vez.
El profeta Jeremías escribió que el corazón es engañoso, pero que Jehová lo escudriña. En Jeremías 17:9-10 leemos las palabras de Dios: “Más engañoso que todo, es el corazón, y sin remedio; ¿quién lo comprenderá? Yo, Jehová, escudriño el corazón, pruebo los pensamientos, para dar a cada uno según sus caminos, según el fruto de sus obras.”
Jesús conocía el corazón del hombre. En Juan 2:23-25 leemos que “Cuando estaba en Jerusalén durante la fiesta de la Pascua, muchos creyeron en su nombre al ver las señales que hacía. Pero Jesús, por su parte, no se confiaba a ellos, porque conocía a todos, y no tenía necesidad de que nadie le diera testimonio del hombre, pues Él sabía lo que había en el hombre.”
Leemos en el Antiguo Testamento que sólo Jehová escudriña y conoce el corazón del hombre. Luego leemos en el Nuevo Testamento que Jesús conoce lo que hay en el corazón del hombre.
Jesús no es un ángel, es muy superior a los ángeles. Eso lo leemos claramente en la carta a los Hebreos. Leamos algunos versículos a continuación:
Hebreos 1:5-8: “Porque ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás: Hijo mío eres tú, yo te he engendrado hoy; y otra vez: Yo seré Padre para Él, y Él será Hijo para mí? Y de nuevo, cuando trae al Primogénito al mundo, dice: Y adórenle todos los ángeles de Dios.
Y de los ángeles dice: El que hace a sus ángeles, espíritus, y a sus ministros, llama de fuego. Pero del Hijo dice: Tu trono, oh Dios, es por los siglos de los siglos; y el cetro de tu reino es cetro de equidad.”
Notemos varias cosas:
- Primero, Dios ordena que todos los ángeles adoren a Jesús. “…cuando trae al Primogénito al mundo, dice:
“ Y Adórenle todos los ángeles de Dios”
- Segundo, el Padre llama al Hijo “Dios”: “…Pero del Hijo dice: Tu trono, oh Dios, es por los siglos de los siglos; y el cetro de tu reino es cetro de equidad.”
- Tercero, Jesús es el Primogénito de la creación. Primogénito quiere decir, primero en importancia.
No olvidemos que Jesús no se encarnó antes de la creación de Adán. En el sentido natural Adán fue primero. Sin embargo Jesús es el Primero, el primogénito por importancia.
En Romanos 8:29 leemos que “a los que (Dios) de antemano conoció, también los predestinó a ser hechos conforme a la imagen de su Hijo, para que Él sea el primogénito entre muchos hermanos”.
En Hebreos 1:10-13 leemos las siguientes palabras dichas sobre Jesús: “Tú, Señor, en el principio pusiste los cimientos de la tierra, y los cielos son obra de tus manos;
Ellos perecerán, pero tú permaneces; y todos ellos como una vestidura se envejecerán, y como un manto los enrollarás; como una vestidura serán mudados.
Pero tú eres el mismo, y tus años no tendrán fin.”
Jesús es el mismo, sin fin y sin principio. Sí, Jesús existe desde la eternidad, tal como lo declaran los profetas Miqueas e Isaías.
Setecientos años antes de la venida de Jesús al mundo, Miqueas profetizó que el Mesías nacería en Belén, en la tierra de Judá. En Miqueas 5:2 leemos “Pero tú, Belén Efrata, aunque eres pequeña entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que ha de ser gobernante en Israel. Y sus orígenes son desde tiempos antiguos, desde los días de la eternidad.”
Las palabras de Miqueas fueron exactas, Jesús nacería en Belén, en la tierra de Judá. Miqueas no era un charlatán, sus palabras se cumplieron. Y ese mismo profeta de Dios declaró también que los orígenes del Mesías son desde la eternidad. Es decir, que el Mesías no ha tenido principio. La Escritura dice “sus orígenes son desde tiempos antiguos, desde los días de la eternidad”
El profeta Isaías enseñó la misma verdad. En Isaías 9:6 leemos: “Porque un niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado, y la soberanía reposará sobre sus hombros; y se llamará su nombre Admirable Consejero, Dios Poderoso, Padre Eterno, Príncipe de Paz.”
El profeta de Dios llama a Jesús “Padre Eterno”, o literalmente: “Padre de la Eternidad”. Amigo, sólo Dios puede ser Padre de la Eternidad, por eso Isaías lo llama también ¡Dios Poderoso!
Comparemos ahora este versículo con lo que Jesucristo enseñó respecto a quién podemos llamar “padre” en sentido espiritual. En Mateo 23:9 dice “no llaméis a nadie padre vuestro en la tierra, porque uno es vuestro Padre, el que está en los cielos.”
Jesús nos dice que no llamemos a ningún hombre “padre” en el sentido espiritual, sin embargo Isaías nos enseña en el Antiguo Testamento que Jesús será llamado “Padre Eterno”.
Amigo, la única interpretación que impide que haya contradicción en las Escrituras es que Jesús y Dios sean uno. ¡Y así lo es! Jesús mismo lo dijo en varias ocasiones. Leamos dos pasajes del evangelio de Juan donde Jesús lo declara:
En Juan 10:27-31 está escrito: “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco y me siguen; y yo les doy vida eterna y jamás perecerán, y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano del Padre.
Yo y el Padre somos uno.
Los judíos volvieron a tomar piedras para apedrearle.”
Cuando Jesús declaró ser uno con el Padre los judíos trataron de apedrearlo, pues eso era ponerse a la par de Dios, hacerse igual a Dios. Amigo, Jesús lo dijo: “Yo y el Padre somos uno”.
En Juan 14:5-9 leemos las palabras entre Jesús y sus discípulos antes de su sacrificio en la cruz:
“Tomás le dijo: Señor, si no sabemos adónde vas, ¿cómo vamos a conocer el camino? Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por mí. Si me hubierais conocido, también hubierais conocido a mi Padre; desde ahora le conocéis y le habéis visto.
Felipe le dijo: Señor, muéstranos al Padre, y nos basta. Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo he estado con vosotros, y todavía no me conoces, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo dices tú: “Muéstranos al Padre”?
LA MANIFESTACIÓN VISIBLE DE DIOS
Jesús es la manifestación visible del Padre. El Padre es espíritu y no lo podemos ver. Pero al venir Jesús al mundo, al tomar un cuerpo como el nuestro, pudimos ver, oír y palpar a quien habla y obra en toda situación exactamente como el Padre. Jesús es la imagen exacta y perfecta del Padre. Esta verdad fue proclamada por Pablo, así como por el autor de Hebreos, y el apóstol Juan.
En Colosenses 1:15 Pablo escribió que Jesús es: “la imagen del Dios invisible”.
En Hebreos 1:3-4 el autor escribió que Jesús: “es el resplandor de su gloria y la expresión exacta de su naturaleza, y sostiene todas las cosas por la palabra de su poder. Después de llevar a cabo la purificación de los pecados, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas, siendo mucho mejor que los ángeles, por cuanto ha heredado un nombre más excelente que ellos.”
Las Escrituras enseñan que Jesús es el resplandor de la gloria de Dios. El resplandor existe a la par de la gloria, así como el brillar del sol existe desde que existe el sol.
Jesús es también la expresión exacta de la naturaleza de Dios. Jesús es pues la manifestación visible de la naturaleza divina, Dios en la carne.
La Escritura anterior enseña también que Jesús es quien sostiene todas las cosas en el universo con el poder de su palabra. Este es un atributo que le corresponde sólo a Dios. Nadie, ningún ángel o ser, aparte de Dios, tiene tanto poder. Lo mismo leemos en Colosenses 1:17, Jesús “es antes de todas las cosas, y en Él todas las cosas permanecen.”
PROCLAMACIÓN NECESARIA PARA COMUNIÓN
“Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado y lo que han palpado nuestras manos…os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre y se nos manifestó; lo que hemos visto y oído, os proclamamos también a vosotros, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y en verdad nuestra comunión es con el Padre y con su Hijo Jesucristo.” 1 Juan 1:1-3.
Notemos tres cosas en dicha epístola del apóstol Juan:
1. Primero, Juan llama a Jesús “la Vida Eterna”. Ése es un término glorioso y divino. Jesús no es sólo la fuente de vida eterna, Él es la Vida Eterna. El que tiene a Jesús tiene Vida Eterna, el que no tiene a Jesús está espiritualmente muerto.
2. Segundo, Juan dice que Jesús “existía desde el principio”. Fíjese que no dice que Jesús “fue creado al principio”. Juan ha escogido sus palabras sabiamente, con sabiduría e inspiración divina.
3. Tercero, creer y aceptar la revelación de Jesús es necesario para poder tener comunión con el Padre y con el Hijo, y aun con los demás cristianos, quienes forman el cuerpo de Cristo.
El cristiano no puede tener comunión espiritual con quienes niegan a su Señor. Tal como escribió Pablo en 2 Corintios 6:14-15: “…¿O qué comunión (tiene) la luz con las tinieblas? …
…¿O qué tiene en común un creyente con un incrédulo?”
Pedro, uno de los doce, escribió en 1 Pedro 2:6-8 que Jesús es la “Piedra Escogida” por Dios, pero “Piedra de Tropiezo” y “Roca de Escándalo” para muchos.
Sí, muchos israelitas fueron los que se escandalizaron y tropezaron con las enseñanzas del Mesías. Y es que Jesús expuso las tradiciones y el carácter falso de los fariseos y escribas, quienes se consideraban justos. Ellos buscaban la honra de los hombres más que la aprobación y la voluntad de Dios.
Las palabras del Hijo de Dios chocaron también, violentamente, con los intereses y enseñanzas de los saduceos, los sacerdotes y líderes religiosos de su tiempo. Fue por este motivo que lo rechazaron y crucificaron.
Comparemos ahora las palabras anteriores escritas por Pedro, con palabras muy similares escritas por el profeta Isaías. En Isaías 44:13-15 leemos:
“A Jehová de los ejércitos es a quien debéis tener por santo. Sea Él vuestro temor, y sea Él vuestro terror. Entonces Él vendrá a ser santuario; pero piedra de tropiezo y roca de escándalo para ambas casas de Israel, y lazo y trampa para los habitantes de Jerusalén. Muchos tropezarán allí, y caerán y serán quebrantados; serán enlazados y apresados.”
En las declaraciones del profeta Isaías es Jehová quien sería piedra de tropiezo y roca de escándalo para Israel, y los habitantes de Jerusalén. En las declaraciones del apóstol Pedro fue Jesús la piedra de tropiezo y roca de escándalo para su pueblo. Jesús mismo cumplió la profecía que se aplica a Jehová. Una vez más Jesús y Jehová son uno.
MÁS DECLARACIONES GRANDIOSAS SOBRE JESÚS
Las Escrituras dan un lugar de honor excelso al Hijo de Dios. En el libro de Hechos leemos “Este Jesús es la piedra desechada por vosotros los constructores, pero que ha venido a ser la piedra angular. Y en ningún otro hay salvación, porque no hay otro nombre bajo el cielo dado a los hombres, en el cual podamos ser salvos.” Hechos 4:11-12.
¡Qué nombre tan grandioso! De hecho, no hay ningún otro nombre bajo el cual podamos ser salvos.
El mismo Jesucristo hizo declaraciones que serían blasfemia si Él no fuera Dios en la carne. Leamos algunas de ellas:
“No se turbe vuestro corazón; creed en Dios, creed también en mí.” ¡Qué invitación tan grande de parte de Jesús! Poniéndose a la par del Padre el Hijo dice: “creed en Dios, creed también en mi.” Juan 14:1.
“Jesús le dijo: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque muera, vivirá, y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?” Juan 11:25-26.
Notemos cómo Jesús demanda atención hacia sí mismo: “el que cree en mí, aunque muera, vivirá”. Él es digno de nuestra atención completa y, especialmente, de la fe que sólo debemos poner en Dios.
Jesús declara ser la resurrección y la vida, y quien cree en Él no morirá jamás. El alma que cree en Jesús, al dejar su cuerpo temporalmente en este mundo, pasa inmediatamente a la presencia de Dios, a la gloria celestial. Y un día su cuerpo natural resucitará como un cuerpo glorioso, apropiado para la morada celestial eterna.
En Apocalipsis 1:17-18 Jesús se revela a Juan como “El Primero y el Último”. Leamos lo que dice Juan: “Cuando lo vi, caí como muerto a sus pies. Y Él puso su mano derecha sobre mí, diciendo:
No temas, yo soy el primero y el último, y el que vive, y estuve muerto; y he aquí, estoy vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la muerte y del Hades.”
En Isaías 48:12-13 Jehová declara: “Yo soy, yo soy el primero y también soy el último. Ciertamente mi mano fundó la tierra, y mi diestra extendió los cielos; cuando los llamo, comparecen juntos.”
En Apocalipsis 22:12-13 leemos “He aquí, yo vengo pronto, y mi recompensa está conmigo para recompensar a cada uno según sea su obra. Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último, el principio y el fin.”
En Juan 4:1-42 leemos del encuentro de Jesús con la mujer Samaritana, junto al pozo de Jacob. Jesús le dijo:
“vosotros adoráis lo que no conocéis;
nosotros adoramos lo que conocemos”
Juan 4:22
Muchas personas hoy en día, al igual que los samaritanos en tiempos de Jesús, saben que Dios existe… pero no le conocen, ni gozan de su salvación. De igual manera, muchos son los que hoy en día han oído hablar de Jesús, pero tampoco le conocen.
La Biblia nos dice que nadie conoce verdaderamente al Padre si no conoce al Hijo: “nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni nadie conoce al Padre, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.” Mateo 11:27.
En Apocalipsis 21:6-7 leemos: “Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tiene sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida. El vencedor heredará estas cosas, y yo seré su Dios y él será mi hijo.”
En Apocalipsis 19 leemos que cuando Jesús venga a reinar sobre la tierra, vendrá no como un niño indefenso, o un manso cordero; sino como un gran guerrero en cuyo muslo estará inscrito el nombre de “Rey de reyes y Señor de señores”.
Con Él vendremos triunfantes todos los que le hemos recibido y reconocido como nuestro Señor y nuestro Dios. Pero primero Él vendrá por nosotros, por su iglesia; como un novio que viene por su prometida ¿Está listo para cuando Él venga? ¡No se quede atrás!
El libro de Apocalipsis termina con una conversación entre Jesús y el discípulo amado, tal como leemos a continuación: “El que testifica de estas cosas dice: Sí, vengo pronto. Amén. Ven, Señor Jesús. La gracia del Señor Jesús sea con todos. Amén.”
Cuando Jesús, el Testigo Fiel, anunció “vengo pronto” Juan lleno de gozo respondió: Amén, (es decir... “así sea”) ¡Ven, Señor Jesús! Y así respondemos nosotros, los que aguardamos gozosamente la venida de nuestro Señor: ¡Ven Señor Jesús, te esperamos!
La gracia del Señor Jesús sea pues con todos y cada uno de los que al leer y oír estas palabras las reciben con alegría y esperanza, postrados en espíritu humilde, adorando al Rey de Gloria. Sí, adorando a nuestro gran Señor y Salvador Jesús; aquel que dejando su trono bajó a la tierra, tomando forma de siervo para morir por nosotros y rescatarnos de la muerte eterna. Él vive. Él viene pronto por su iglesia.
Si no lo ha hecho, hoy puede usted recibir a Jesús como su Señor y su Salvador, recibiendo perdón por sus pecados y vida eterna.
En el evangelio de Marcos 1:14-15 leemos que cuando Jesús llegó a Galilea proclamando las buenas noticias de salvación decía: “El tiempo se ha cumplido y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos y creed en el evangelio”.
El arrepentimiento es necesario. Es necesario que le pida perdón a Dios por sus pecados, por sus pensamientos, acciones y omisiones que han ofendido a Dios; deseando cambiar su caminar.
Es también necesario que ponga su fe en Jesús, recibiéndolo como Señor, como Director de su vida. En Romanos 10:9-11 leemos que “si confiesas con tu boca a Jesús por Señor, y crees en tu corazón que Dios le resucitó de entre los muertos, serás salvo;
porque con el corazón se cree para justicia, y con la boca se confiesa para salvación. Pues la Escritura dice: Todo el que cree en Él no será avergonzado.”
En el evangelio de Juan, y en la carta de Pablo a los Efesios, leemos que al recibir y creer la Palabra de Dios en nuestro corazón, recibimos salvación, pasando de muerte a vida, siendo sellados por Dios con el Espíritu Santo.
“En verdad, en verdad os digo: el que oye mi palabra y cree al que me envió, tiene vida eterna y no viene a condenación, sino que ha pasado de muerte a vida.” Juan 5:24.
“En Él también vosotros, después de escuchar el mensaje de la verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído, fuisteis sellados…con el Espíritu Santo de la promesa…que nos es dado como garantía de nuestra herencia...” Efesios 1:13.
“Porque por gracia habéis sido salvados por medio de la fe, y esto no de vosotros, sino que es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.” Efesios 2:8-9.
Le invito a que eleve una oración a Dios, invitando a Jesús a que entre en su vida. Si lo hace de corazón recibirá vida eterna. Recibirá también al Espíritu Santo, quien le bendecirá grandemente.
Más que las palabras lo importante es la condición y sinceridad de su corazón al decírselas a Dios. Le invito a que ore de acuerdo a las siguientes palabras:
“Padre Santo, te ruego que perdones mis ofensas.
Creo que Jesús murió en la cruz por mis pecados. Creo que el sacrificio del Hijo de Dios en el Calvario es muy valioso, poderoso para pagar por mis más graves faltas.
También creo que Jesús resucitó de la muerte, y que hoy vive. Hoy le recibo como mi Rey y mi Salvador, y le adoro como mi Señor y mi Dios.
Te ruego Dios mío me des tu Santo Espíritu para fortalecerme, consolarme, guiarme y protegerme. Ayúdame a no pecar.
Todo esto te lo pido en el Nombre de Jesús. Amén.”
“La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.”
Juan 14:27
¡Felicidades! Si usted ha hecho esta oración, ha recibido vida eterna. Goce ahora de la libertad y poder que tiene para hablar con Dios. Dé gracias a Dios diariamente por sus bendiciones y amor, y pídale por sus necesidades materiales y espirituales.
Lea la Biblia diariamente y congréguese a donde se estudie la Palabra de Dios, y se adore en Espíritu y Verdad. Busque amistades que creen en Dios y viven de acuerdo a su Palabra. Confíe en Él que nunca le abandonará.
Termino este folleto con una consideración final muy importante. En el libro de Hechos, en el Nuevo Testamento, leemos que antes de que Jesús subiera al cielo dijo a sus discípulos:
“Recibiréis poder cuando el Espíritu Santo venga sobre vosotros; y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, hasta los confines de la tierra.” Hechos 1:8.
Observe que Jesús dijo que seríamos sus testigos, sí, testigos de Jesús.
Hoy en día han salido muchos testigos al mundo, pero no todos son testigos de Jesús. Algunos piensan y enseñan que Jesús no es Dios, sino un ser creado por Dios. Dichos testigos se consideran testigos de Dios, se consideran testigos de Jehová.
Sí, “Jehová” es el nombre con que Dios se reveló al pueblo de Israel en el Antiguo Testamento; un nombre grandioso. A la vez es importante reconocer que en el Nuevo Testamento Dios se ha revelado en la persona y nombre de “Jesús”.
En el Antiguo Testamento encontramos el nombre “Jehová”, en el Nuevo Testamento, el de “Jesús”. ¿Sabía usted que el nombre de “Jehová” se encuentra escondido en el de “Jesús”? Sí, efectivamente, el nombre “Jesús” significa “Jehová es salvación”.
Isaías escribió: “En verdad, tú eres un Dios que te ocultas, oh Dios de Israel, Salvador” Isaías 45:15.
Amigo, Dios se oculta en la humanidad de Jesús, listo para ser descubierto por quien honra la Palabra de Dios por encima de las enseñanzas de hombres.
Si usted ha recibido la palabra de Dios y su Santo Espíritu, puede ahora por el mismo Espíritu declarar como Tomás: ¡Señor mío y Dios mío! Y por el mismo Espíritu puede también ser “Testigo de Jesucristo”. ¡Gloria a Dios!
Cuarta impresión. Agosto, 2002
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