¿Ver y No Creer?
El órgano de la Vista
“Y Jesús dijo: Yo vine a este mundo para juicio; para que los que no ven, vean, y para que los que ven se vuelvan ciegos. Algunos de los fariseos que estaban con El oyeron esto y le dijeron: ¿Acaso nosotros también somos ciegos? Jesús les dijo: Si fuerais ciegos, no tendríais pecado; pero ahora, porque decís: “Vemos”, vuestro pecado permanece.” Juan 9:39-41
Una de las tantas e innumerable evidencias de la naturaleza que apuntan al Creador es el órgano de la vista. Quienes podemos disfrutar una hermosa puesta de Sol, o la sonrisa de un ser amado, no podemos dejar de dar gracias a Dios por el grandioso regalo de la vista.
Dios en su gran misericordia y paciencia, esperando su arrepentimiento, ha otorgado tal regalo aun a personas que niegan al Creador y que prefieren atribuir tal obra majestuosa a la casualidad. Pero, no, el órgano de la vista no puede ser jamás resultado de la casualidad. Se requiere “estar ciego” para creer algo tan absurdo. Veamos:
Evolución no puede explicar la existencia de sistemas con propósito. Pensar que la materia inanimada, por sí sola, se pueda organizar accidentalmente a través del tiempo, resultando en máquinas complejas como los órganos del cuerpo humano es absurdo.
Claro, si yo decido a priori abrazar una cosmovisión que excluye la posibilidad de un Creador, tendré que aceptar lo contrario a la evidencia y la lógica, pues lo he decidido de antemano por fe, en este caso, fe en ateísmo.
Consideremos el órgano de la vista. El diseño fabuloso de cada uno de sus componentes, acoplados y cooperando entre ellos, con el propósito de poder llevar al cerebro una imagen del mundo visible que nos rodea, es nada menos que asombroso.
1. La luz entra por un lente orgánico de gran transparencia, llevando la imagen del objeto visible hacia el fondo del ojo, donde moléculas convierten la señal luminosa en impulsos eléctricos, para ser conducida por células nerviosas al cerebro, donde será interpretada.
2. La cantidad de luz es regulada por un diafragma que se abre o cierra dependiendo de la cantidad de luz externa. Si sales al Sol, se reduce la apertura; si entras a un cuarto oscuro se abre para dejar entrar más luz. Todo regulado ¡automáticamente!
3. Músculos mueven los ojos para que no tengas que mover el cuello de un lado al otro.
4. Los párpados permiten lubricar los ojos, a la vez que protegerlos contra objetos extraños, o insectos. Las lágrimas contienen una enzima, la lisozima, que destruye bacterias invasoras, protegiendo el órgano de la vista contra infecciones.
5. Tenemos dos ojos con el propósito de ver en tres dimensiones. Si sólo tuviéramos un ojo, sólo pudiéramos apreciar el mundo que nos rodea en dos dimensiones, alto y ancho. No pudiéramos tener una idea de la distancia a la que se encuentran los objetos.
Al tener dos ojos percibimos dos imágenes idénticas. Para no ver “doble”, el cerebro dirige el movimiento de ambos ojos hasta tener una sola imagen, formando así un ángulo con el objeto enfocado. El cerebro correlaciona entonces este ángulo con la distancia del objeto: Cuando el objeto está distante el ángulo es pequeño, siendo cero si la distancia es infinita. El ángulo va en aumento entre más cerca esté el objeto.
6. Pensar que todo esto es por casualidad, y que por pura casualidad el cráneo tiene dos agujeros en el lugar apropiado para acomodar los ojos, no tiene sentido. Y eso que ¡hay mucho más que considerar! Veamos a continuación unos cuantos aspectos más, necesarios para que el órgano de la vista funcione adecuadamente.
7. Las células del ojo necesitan oxígeno para sus procesos bioquímicos. Éste es transportado hacia ellas por medio del torrente sanguíneo con la ayuda de una molécula compleja, la hemoglobina.
La hemoglobina al entrar en contacto con el oxígeno del aire, en los alvéolos pulmonares, forma la oxi-hemoglobina. Ésta es llevada por la sangre a las células del ojo, en donde libera el oxígeno, y atrapa el dióxido de carbono producido por los procesos bioquímicos de la célula, formando así la carboxi-hemoglobina.
La carboxi-hemoglobina es llevada por la sangre a los pulmones, donde libera el dióxido de carbono para atrapar el oxígeno del aire que necesitan las células y así repetir el ciclo.
El Creador ha diseñado la compleja molécula de la hemoglobina considerando las propiedades del oxígeno y el dióxido de carbono; la composición y presión atmosférica, las presiones parciales dentro del ojo, así como otros factores más para que la hemoglobina atrape el oxígeno y suelte el dióxido de carbono en los pulmones, pero haga lo contrario en el ojo, donde suelta el oxígeno, y atrapa el dióxido de carbono.
8. Y todo eso no pudiera funcionar sin un sistema de arterias, venas y capilares, por donde ha de circular la sangre. Y por supuesto, el corazón que bombea la sangre por todo el cuerpo, es parte vital del sistema.
9. Además Dios ha diseñado todo un proceso complejo de coagulación de la sangre, para proteger al individuo en caso de accidentes y cortaduras. Si no fuera por dicho proceso de coagulación, al cortarnos sangraríamos hasta perder toda la sangre; o bacterias entrarían al sistema circulatorio causando una infección sistémica mortal.
Y gracias al fabuloso diseño, la sangre no coagula dentro del cuerpo. De otra manera estaríamos ¡en serios problemas! Sólo coagula al entrar en contacto con el ambiente exterior al producirse una cortadura.
El fenómeno de coagulación bloquea la rotura en la piel. Luego, una serie de procesos entran en operación para repararla. Simplemente ¡Genial!
¿Cuánto tiempo tuvo que transcurrir para que el cuerpo produjera por accidente la capacidad de coagular la sangre? Sin esta capacidad, la humanidad se hubiera acabado con la primera pareja.
10. La interdependencia entre varios componentes perfectamente diseñados y acoplados, trabajando en absoluta armonía es admirable. Notemos por ejemplo, que el músculo del corazón necesita de los pulmones que proveen el oxígeno para funcionar. Y los pulmones necesitan el corazón funcionando para los músculos que le permiten funcionar. Todo el sistema complejo de corazón, pulmones, arterias, venas y capilares debe estar funcionando complementariamente a la vez, o el sistema no funciona.
Lo que vemos en la naturaleza son sistemas complejos cuyos componentes deben estar funcionando todos a la vez, o no pueden funcionar. Esto es lo que Michael Behe, profesor de bioquímica en la Universidad de Lehigh, en Pensilvania, EEUU llamó: Complejidad Irreducible.
Complejidad Irreducible: O todo el sistema está perfectamente integrado, con cada uno de sus componentes trabajando en forma complementaria a la vez, o el sistema no funciona.
11. Consideremos además, la caja torácica: El corazón es un órgano vital delicado, por lo que está protegido con un armazón de costillas que tiene suficiente rigidez para proveer protección, pero también la suficiente flexibilidad para permitir su expansión y contracción necesaria durante la respiración.
Hay muchos más aspectos que considerar en el maravilloso mundo de la vista. Creo sin embargo que los ya mencionados son más que suficientes para que reconozcamos la mano del Creador en su diseño.
Tengamos en cuenta, finalmente, que la vista es un órgano maravilloso que no tiene razón de ser excepto para beneficio del cuerpo en el que está integrado: Los ojos no existen para sí mismos, existen para proveer una función muy importante para el cuerpo al que pertenecen.
Así como Dios nos ha dado la vista para observar las realidades físicas que nos rodean, también nos ha dado el cerebro para reconocer, a través de lo creado, su grandeza. No hay excusa, pues, para no reconocer la mano de Dios.
Bien proclamó el profeta Isaías hace unos 2,700 años:
“¡Qué equivocación la vuestra! ¿Es acaso el alfarero como el barro, para que lo que está hecho diga a su hacedor: Él no me hizo; o lo que está formado diga al que lo formó: Él no tiene entendimiento?” Isaías 29:16
Nota: Esta artículo ha sido extraído y adaptado para esta publicación de la sección “El Órgano de la Vista” del libro Génesis: El Origen del Cosmos y la Vida por Jaime Simán © 2015 Jaime Simán. Las Escrituras Bíblicas fueron citadas de La Biblia de Las Américas. ©1986, 1995, 1997 by The Lockman Foundation. Usadas con permiso.