Metamorfosis: Testimonio del Poder de Dios
La hipótesis de Evolución no cuadra con la realidad física, con la evidencia natural, del mundo que habitamos. El universo y nuestro planeta muestran innumerables evidencias de la mano de un Creador de asombroso poder y creatividad, que con propósito y sabiduría creó el cosmos.
Una de las evidencias del Creador es la “Metamorfosis”: Un fenómeno maravilloso, cuya aplicación va más allá del mundo natural, cuyas implicaciones son de gran importancia no sólo para los investigadores dentro del mundo de la ciencia y la tecnología, sino para todo ser humano, incluyéndote a ti y a mí. Te invito, pues, a leer y a considerar las líneas siguientes con los ojos y el corazón abierto.
Sabemos que un pelícano, por más radiación solar o cósmica que sufra, no podrá jamás sufrir cambios genéticos acumulativos y complementarios que lo conviertan en un perico tropical, todo por accidente. Podrá quizás desarrollar cáncer, pero nunca se transformará en otro animal durante su breve existencia.
Sin embargo, en la naturaleza ocurre una transformación radical asombrosa.No hablo de un invento de la imaginación, sino de algo que podemos presenciar: Una transformación que muestra ser obra maestra de un Dios de creatividad, poder, capacidad y sabiduría increíble. Me refiero a la metamorfosis de la oruga. Considerémosla un poco:
La mariposa pone un huevo que tarda de tres a seis días para producir la oruga, llamada también larva. Ésta al nacer empieza a alimentarse y crecer por un periodo que dura entre 9 y 14 días.
La oruga madura se envuelve entonces en un capullo, para comenzar a sufrir un proceso de transformación en el que su cuerpo se convierte en un material pastoso, a partir del cual se forman órganos y miembros nuevos gracias a la reorganización radical de sus moléculas.
Después de algunos meses de metamorfosis, del capullo, llamado también ninfa, sale una linda y perfecta mariposa.
Si evolución gradual es la única explicación permitida para la existencia de las mariposas, las mariposas no existirían ya que las orugas no tienen capacidad reproductiva. El precursor de la oruga simplemente no pudiera evolucionar gradualmente a una oruga capaz de transformarse en mariposa, pues no se puede reproducir.
En otras palabras, si la oruga evolucionó para llegar a su estado actual, tuvo que haber evolucionado de un solo salto. Si no apareció de un solo salto con todo el proceso de metamorfosis integrado en su diseño, para poder pasar de oruga a mariposa, nunca hubiera existido.
Se requiere más fe para creer que la oruga se produjo por evolución accidental de un solo salto, que creer en un Dios que la haya creado completa y funcional con capacidad de metamorfosis desde su origen.
Comparemos a continuación algunas características de la oruga y la mariposa para apreciar un poco la asombrosa transformación.
1- La oruga tiene “seudopatas”, mientras que la mariposa tiene seis patas segmentadas.
2- La oruga tiene una boca masticadora; la mariposa tiene en cambio, un tubo chupador para extraer el néctar de las flores.
3- La oruga no se puede reproducir; la mariposa tiene perfectamente desarrollado un sistema reproductivo.
4- La oruga se arrastra en el suelo; la mariposa tiene hermosas alas que le permiten volar.
5- Si bien los diseños de distintos colores de las alas de las mariposas son asombrosos, hay otro factor que no todo mundo conoce, y que es igual de asombroso: Los colores de la mariposa no son resultado de pigmentos, sino un fenómeno óptico resultado de lo que se conoce como “coloración estructural”.
El diseño molecular y microestructuras en la superficie de las alas de la mariposa, causa que la luz solar incidente se separe en distintas longitudes de onda, reflejando así los colores correspondientes que muestran sus alas.
Amigo, yo encuentro en la metamorfosis de la oruga una gran ilustración espiritual: Así como la molécula del ADN tiene toda la información necesaria para dirigir el proceso que transforma la oruga de un gusano que se arrastra en la tierra, a una hermosa mariposa que vuela sobre los campos floreados, y que saborea el néctar de las flores; así mismo la Palabra de Dios tiene poder para transformar al hombre.
Lo transforma de un ser caído, que se revuelca en el pecado y la inmundicia moral, para elevarlo a la categoría de hijo de Dios, nacido de Dios, capaz de volar sobre campos espirituales hermosos y elevados, saboreando el néctar espiritual de la Palabra de Dios.
El apóstol Pedro escribió:
“Pues habéis nacido de nuevo, no de una simiente corruptible, sino de una que es incorruptible, es decir, mediante la palabra de Dios que vive y permanece.” I Pedro 1:23
Es el Espíritu Santo que a través de la palabra de Dios nos da vida eterna, y es ese mismo Espíritu que nos va transformando, y nos va cambiando, haciéndonos a la imagen de Jesús por medio de la Palabra de Dios, que es la que nos revela a Jesús. Tal como escribió el apóstol Pablo:
“Cuando alguno se vuelve al Señor, el velo es quitado. Ahora bien, el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, hay libertad. Pero nosotros todos, con el rostro descubierto, contemplando como en un espejo la gloria del Señor, estamos siendo transformados en la misma imagen de gloria en gloria, como por el Señor, el Espíritu.” II Corintios 3:16-18
Nota: Esta artículo ha sido extraído y adaptado para esta publicación de la sección “Metamorfosis” del libro Génesis: El Origen del Cosmos y la Vida por Jaime Simán © 2015 Jaime Simán. Las Escrituras Bíblicas fueron citadas de La Biblia de Las Américas. ©1986, 1995, 1997 by The Lockman Foundation. Usadas con permiso.