VIAJE INCREÍBLE: AL CIELO Y EN UN NUEVO CUERPO
Algunos buscan ser escogidos para poder ir al planeta Marte, un lugar árido e inhóspito, del cual no podrán regresar. Yo te invito hoy a hacer planes para ir al Cielo, a un lugar precioso, especialmente preparado para los hijos del Rey del Universo. El apóstol Pablo escribió “Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni entraron en el corazón del hombre, son las cosas que Dios ha preparado para los que le aman” II Corintios 2:9.
Cuando Pablo fue llevado brevemente al tercer cielo, tuvo una revelación tan grandiosa del paraíso, que Dios tuvo que enviarle un demonio que lo afligiera continuamente al regresar de su visión, para que no se volviera arrogante quedando descalificado.
Pablo hace referencia a su experiencia “extraterrestre”, celestial, paradisíaca, maravillosa e indescriptible en II Corintios 12:7: “dada la extraordinaria grandeza de las revelaciones, por esta razón, para impedir que me enalteciera, me fue dada una espina en la carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca.”
Jesús mismo cuando sufría en el Calvario la terrible e injusta agonía, lo que lo sustentaba en esos momentos era la realidad del inmenso gozo futuro que disfrutará un día con todos aquellos que estaba rescatando, aquellos para quienes su sacrificio no sería en vano, aquellos que buscamos y recibimos el amor a la verdad.
Así es, mientras Jesús derramaba su sangre en la cruz, como ofrenda por la humanidad, ponía su vista en la dimensión eterna y el reino increíblemente espectacular que inaugurará con nosotros: los ¡creyentes y seguidores suyos!
En Hebreos 12:1-2 leemos “Por tanto, puesto que tenemos en derredor nuestro tan gran nube de testigos, despojémonos también de todo peso y del pecado que tan fácilmente nos envuelve, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, quien por el gozo puesto delante de Él soportó la cruz, menospreciando la vergüenza, y se ha sentado a la diestra del trono de Dios.”
El profeta Daniel haciendo referencia a la gloria que nos espera, escribió hace más de 2,500 años: “Muchos de los que duermen en el polvo de la tierra despertarán, unos para vida eterna, y otros para la ignominia, para el desprecio eterno. Los entendidos brillarán como el resplandor del firmamento, y los que guiaron a muchos a la justicia, como las estrellas, por siempre jamás.” Daniel 12:2-3
No, no se equivoque. Los entendidos, los que guiamos a otros a la justicia, no vamos a ser una bola de fuego ardiente, ni vamos a ser cuerpos rociados de gasolina consumiéndonos en llamaradas toda la eternidad. Sino que vamos a ser resucitados con cuerpos grandiosos, llenos de gloria, cuerpos dignos de príncipes, de nadie menos que de los hijos del Rey del Universo. Brillaremos figurativamente como brillan las estrellas en el firmamento, resplandeciendo como resplandece gloriosamente la Vía Láctea en el fondo oscuro de una noche hermosa, como se puede apreciar desde las montañas, lejos de toda contaminación y luz artificial.
Nuestro cuerpo resucitará como un cuerpo muy superior a todo lo que conocemos o podemos imaginar, un cuerpo diseñado para el nuevo cosmos, para la eternidad, un cuerpo incorruptible, que no se envejecerá, ni enfermará, ni corromperá. ¡Qué Hombre Araña! ¡Qué Superman! ¡Qué Mujer Maravilla! Nada se compara, ni tenemos la menor idea, de lo que será el cuerpo que tendremos. Pero ¡será glorioso!
El cuerpo que tenemos ahora, en su mejor condición, juventud, fuerza y hermosura es sólo una sombra de la realidad del cuerpo resucitado. Pablo menciona que así como se siembra una semilla, y brota un árbol con un cuerpo muy distinto y de mucha mayor gloria que la semilla sembrada, así nuestro cuerpo corruptible se siembra en debilidad y muerte, para un día resucitar como un cuerpo grandioso, glorioso e incorruptible.
En I Corintios 15:50-53 Pablo escribe “Esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios; ni lo que se corrompe hereda lo incorruptible. He aquí, os digo un misterio: no todos dormiremos (moriremos físicamente), pero todos (los que hemos puesto a fe en Jesús) seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la trompeta final; pues la trompeta sonará y los muertos resucitarán incorruptibles, y nosotros seremos transformados. Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad.”
¿Quieres ser escogido para ir al cielo y tener ese cuerpo glorioso? Recibe hoy a Jesús, pues la Escritura dice en I Juan 5:11-12 “El testimonio es éste: que Dios nos ha dado vida eterna, y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo tiene la vida, y el que no tiene al Hijo de Dios, no tiene la vida.”
© 2016 Jaime Simán. Las Escrituras Bíblicas fueron citadas de La Biblia de Las Américas. ©1986, 1995, 1997 by The Lockman Foundation. Usadas con permiso.